En la alegría, mantengamos firmes nuestros corazones – Tercer Domingo de Adviento 2025
El Tercer Domingo de Adviento, también llamado Domingo de la Alegría, expresado por la palabra latina “Gaudete” que significa “alegraos”, marca una pausa gozosa en el tiempo de Adviento, porque el Señor está cerca. Este Domingo pone énfasis en la alegría profunda y la espera de Cristo, invitando, a través de las lecturas del día, a la conversión, la generosidad y los actos de justicia.
Esta alegría anunciada por el profeta Isaías en la primera lectura se cumple en el Evangelio:
“Él mismo viene a salvarnos. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y la boca del mudo gritará de alegría”, profetiza Isaías.
A los enviados de Juan el Bautista, que querían saber si Él era el verdadero Mesías o si debían esperar a otro, Cristo responde con el cumplimiento de esta profecía de Isaías:
“Id y anunciad a Juan lo que oís y veis: los ciegos recuperan la vista, los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Nueva.”
De hecho, no hay mayor alegría para un ciego que ver, para un mudo que hablar, para un cojo que caminar, para un leproso que ser purificado. Este es un mensaje de consuelo y alegría que Jesús quiere transmitirnos en este Domingo de la Alegría (Gaudete), frente a las miserias que hemos soportado durante mucho tiempo.
En realidad, cuando la espera de una alegría anunciada es larga, hay motivos para desanimarse y perder la paciencia a causa de la miseria sufrida. Por eso Santiago, en la segunda lectura, nos llama a la paciencia mientras esperamos la venida del Señor, al igual que un agricultor que espera con paciencia el precioso fruto de la tierra, hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Nos llama a tomar como modelo la perseverancia y la paciencia de los profetas que hablaron en nombre del Señor.
Nuestro Gaudete es una cosecha temprana que nos hace entrar en la gran cosecha, que es la Natividad.
Que nuestras miserias no sean causa de nuestra impaciencia, ya que Dios mismo viene y nos salvará; mantengamos firmes nuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.





