Cuenta la historia que el nombre del actual país de Angola tiene su origen en la lengua bantú, en un antiguo reino llamado Dongo.
N’golo, en las lenguas kimbundu y kikongo, significa fuerza.
Esto tiene todo que ver con el pueblo angoleño. Son fuertes porque han pasado por muchos conflictos y, aun así, siguen siendo capaces de mantener la fuerza y la alegría necesarias para vivir y seguir luchando.
Recorrimos kilómetros de caminos donde la única luz que veíamos era la de los fogones de leña que las familias utilizan para cocinar, calentar sus casas y reunirse. El alimento básico es la yuca. La comida angoleña es muy sabrosa. Sin embargo, muchas personas tienen poco para comer. Gracias a Dios, la naturaleza es muy generosa. Hay frutas y verduras deliciosas.
El transporte público está mejorando, pero lentamente. Muchos lugares no tienen acceso a la electricidad. La malaria es un gran problema de salud y sigue siendo la principal causa de muerte en el país.
A pesar de tantas dificultades, el Superior General y yo encontramos un pueblo alegre y respetuoso. Cantan y bailan como si hubieran sido formados en las mejores universidades de arte. Son generosos, a pesar de tener casi nada.
Pero hay esperanza. Se han construido nuevas carreteras y aeropuertos. Los trenes conectan las ciudades. Hay inversiones. La cuestión es si todos podrán beneficiarse de todo esto o si las cosas seguirán como siempre, con un pequeño grupo manteniendo el control y disfrutando de la mayor parte de los bienes que, en principio, pertenecen a todos.
Hay 13 religiosos nuestros en el Distrito de Angola, distribuidos entre las comunidades de Viana, Luau y Luena. Con su trabajo, ayudan a mantener viva la esperanza. ¡Que otras entidades se animen a enviar más religiosos misioneros a estas tierras!
Los que trabajan allí son de origen portugués y congoleño, y también hay angoleños. De hecho, hay muchos candidatos a considerar en las tres comunidades. ¡Que Dios les conceda perseverancia!
Encontramos un distrito con gran potencial. El objetivo de nuestra visita fraterna fue apoyar y acompañar a nuestros cohermanos y su misión, para que puedan estar cada vez más al servicio de la justicia y la solidaridad en nombre de la Iglesia y de la Congregación.
¡Que el Corazón de Jesús bendiga a Angola y conceda a todos salud, fidelidad y mucha FUERZA!