03 junio 2022
03 jun. 2022

En memoria del P. André Perroux, colaborador del Centro Studi Dehoniani

En memoria del P. André Perroux, colaborador del Centro Studi Dehoniani
¿Cómo era el P. Perroux? ¿Cómo trabajaba en el Centro de Estudios? ¿Qué nos ha dejado como legado? La memoria del P. André Perroux, por el P. Aimone Gelardi, entonces Presidente del Centro de Estudios Dehonianos. Una estrecha y fructífera colaboración al servicio de los estudios dehonianos.
de  Aimone Gelardi, scj
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“Acaba de salir”, decimos en estos lugares de los Apeninos toscano-emilianos. Tal vez no recuerdo bien, pero debí leer alguna vez que en francés se puede utilizar una expresión como “vient de s’en aller”, que, sin embargo, también se utiliza para decir que alguien se ha jubilado, así como para decir que ha muerto. Depende del contexto, después de todo incluso la muerte es, a su manera, una especie de jubilación.

Del contexto toman todo su sentido incluso las cosas nobles que ya han sido dedicadas al P. André Perroux en su memoria, no por un deber puramente oficial, ciertamente no en el caso de Joseph Famerée, Provincial de la Europa de habla francesa, ni en el caso del Superior General. Razón de más, creo, para descartar la posibilidad de que tal fuera el emotivo saludo/memoria de Mons. José Ornelas Carvalho, obispo SCJ de Leiria-Fátima.

A la Oficina de Comunicación de la Congregación se le ocurrió intentar interrumpir mi tranquila vida de pensionista escribiéndome: “Sé que viviste con el P. Perroux y estaría bien que escribieras un artículo no tanto y no sólo sobre él, sino sobre su trabajo en el Centro de Estudios tal y como lo recuerdas: su estilo, su contribución a los estudios dehonianos y también una visión más crítica posiblemente. De forma muy sencilla y de la manera que tú sabes…”.

P. Perroux, hábil narrador

Me dije que aceptar el compromiso no sería lo mismo que contar la anécdota de cuando él, oficial de artillería, había procurado a su compañía una suntuosa comida con un disparo de obús, que según él se basaba en la caza, mientras que algunos malintencionados decían que sólo se basaba en ciertos “poulaille et lapins” (pollos y conejos) de una “ferme” (granja) cercana al lugar de las maniobras militares…

De vez en cuando, en la mesa, artísticamente solicitado, contaba el hecho “comme il faut” (como debe ser). Ya sabes cómo van estas cosas entre los humanos… Incluso escribí sobre ello en su momento en un libro sobre Vicios, vicios y virtudes: La envidia -imagínese como la pintó Giotto en los Scrovegni de Padua o Callot en sus alegorías- tiene que ver con el pesar por el bien ajeno, según Santo Tomás, para Kierkegaard es una forma de admiración secreta y dolorosa, para Nietzsche es el resultado de la versión distorsionada de una moral demasiado impregnada de humildad y sentido de la renuncia, en nombre de un igualitarismo universal, que equilibra talentos y méritos (Annalisa Barbier). Piensen lo que quieran, pero sepan que está extendida por arriba y por abajo, entre jóvenes y mayores, estudiantes y profesores, profesionales y religiosos, sacerdotes y obispos… no, el violeta de las túnicas no tiene nada que ver: la envidia es verde, salvo que el verde es también un color episcopal.

Un amigo biblista me juró en Qoheleth (cf. 4,4 o 9,3) que incluso había escuchado al Papa Francisco decir esto… No estoy tan seguro, pero creo que al tratar las derivas del clericalismo, se puede vislumbrar alguna conexión. Imagino que algunos de los antiguos colaboradores del Centro de Estudios de la época de mi presidencia, si me leen, se preguntarán qué tiene que ver esto con Perroux, o no, alguien adivinará que algo tiene que ver. “Ça suffit” (Ya basta) habría murmurado Perroux….

 “Gran servidor de la Congregación y de la memoria del P. Dehon”

Cuando se marchó, apremiado por la muerte de su hermana, trotaba ya con su característico paso hacia los 92 años, que habría cumplido el próximo 31 de agosto. Su actual Provincial le recordó gentilmente como “gran servidor de la Congregación y de la memoria del P. Dehon”, anunciando su muerte en Dauendorf, en Alsacia, donde él, natural de Saboya, era huésped desde 2017 de la Casa de Ejercicios de las Siervas del Sagrado Corazón, a unos 30 kilómetros de Illkirch-Graffenstaden (Estrasburgo), donde la provincia francesa tiene una comunidad.

Había enseñado Patrología y había trabajado en librerías “en prêtre ouvrier” (como sacerdote obrero) o, como se decía en los años 40-1950 de los sacerdotes dedicados al trabajo asalariado, “prêtre au travail” (sacerdote en el trabajo).

En aras de la verdad histórica

Su cursus honorum religioso hace referencia a las entradas “gobierno”, “visitas” y “estudios dehonianos”.  En cuanto a los estudios dehonianos, el P. Perroux, elegido por el entonces Superior General, P. Albert Bourgeois, en la reformulación de las Constituciones, que se convirtieron en la Règle de Vie, había profundizado en el conocimiento de los escritos del P. Dehon. Más tarde, acorralado por nosotros en aras de la verdad histórica ante algunas singularidades de la Règle, admitió que en el momento de la redacción tenía poco conocimiento del Fundador. Es útil a este respecto la lectura de una entrevista que concedió al P. Stefan Tertünte,[1] y, en el Centro de Estudios, la documentación de una correspondencia en 2014 sobre la ausencia en la Règle de vie de la palabra misericordia, en Dehon recurrente. Él mismo escribió más tarde sobre el tema en Le Père Dehon: Un témoin de la miséricorde? (Editions SCJ Clairefontaine 2016).

Por tanto, era lógico que continuara y ampliara estos estudios colaborando con el Centro de Roma, donde había iniciado una valiosa relación con la Comunidad de Sant’Egidio.

El trabajo de investigación: imperfecciones – experimentos

En particular, de P. Dehon profundizó en el conocimiento de la correspondencia, como demuestran los Studia Dehoniana 46 1 y 2, de 2003. Esta recopilación ayuda a llenar las lagunas de las hagiografías y a desvelar los interrogantes de quienes estudian a Dehon. Un defecto recurrente en sus obras eran sus intervenciones sobre los originales autógrafos, cuando existían, o en las copias; las subrayaba y las rebatía antes de publicarlas en la web.

Menos felices fueron otros experimentos de los que hay rastro en el Centro de Estudios y que aceptó abandonar principalmente porque alteraban los originales. La intervención en los textos fue un defecto recurrente en Perroux y también está presente en su trabajo sobre el material de archivo en el expediente sobre Dehon en el Santo Oficio.

En mi presentación de los textos dehonianos en la página web, leemos que “La opción editorial inicial del CSD de poner a disposición una verdadera nueva edición de los escritos […] permitió una mejor legibilidad…, pero junto con un mayor trabajo editorial, supuso la alteración gráfica (discutible) de los originales.

El legado de un hombre sabio

P. Perroux también había elaborado un archivo de anotaciones manuscritas de citas bíblicas en los escritos del Fundador. Durante mi presidencia en el Centro de Estudios, G. Pisarek lo fotocopió in situ gracias a la voluntad de P. Perroux y de las hermanas que lo acogieron. Más de ocho años después de aquellas fotocopias, por desgracia, ni se ha digitalizado ni se ha hecho nada…

Sin enumerar aquí libros, artículos y conferencias, con la colección de correspondencia mencionada anteriormente, me gustaría aludir a algunas obras importantes: la reedición de La Rénovation sociale chrétienne. Conférences données à Rome, 1897-1900, Roma, CGS, 2001 y el valioso Le Témoignage d’une vie. El padre Jean-Léon Dehon (1843-1925), fundador de las parroquias del Sagrado Corazón de Jesús (de Saint-Quentin). STD 59, Roma, 2014. Yo mismo me encargué de preparar un expediente editorial detallado para esta publicación.

El Centro de Estudios le debe mucho, y si hemos dejado claro aquí que no compartimos algunas de sus opciones operativas, esto no significa que no le apliquemos también el Eclesiástico 44:1s. “Alabemos, pues, a los hombres ilustres,// de nuestros antepasados por generación.// El Señor les ha prodigado la gloria,// su grandeza ha aparecido desde el principio de los tiempos…// hombres célebres por su poder;// consejeros por su inteligencia// heraldos en las profecías”.


[1] S. Tertünte, “Une règle pour la vie – Une règle à vivre”, Dehoniana 2 (2014) 93-111.

Artículo disponible en:

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