Después de completar con éxito sus estudios de teología en Friburgo, el joven religioso del Sagrado Corazón está adquiriendo actualmente una rica experiencia pastoral en una práctica parroquial en la parroquia del Espíritu Santo de Neustadt. El padre provincial Stefan Tertünte SCJ relató su camino vocacional hasta ahora. Puedes leer más sobre fray Kisito aquí:
https://www.scj.de/news/diakonenweihe-frater-kisito
En su homilía, el obispo Teemu Sippo habló sobre las tareas del diácono, quien recibe un don especial del Espíritu Santo y es “servidor de todos en el anuncio de la Palabra, en el altar y en la caridad”. Su misión es animar a las personas e instruirlas en la fe. Los diáconos pueden administrar el bautismo, presidir matrimonios y funerales, dirigir celebraciones de la Palabra, distribuir la comunión y dar bendiciones.
El obispo finlandés consideró muy adecuado el Evangelio elegido por fray Kisito para la misa de ordenación: la parábola del buen samaritano.
Mediante la imposición de las manos, ordenó a su joven hermano y subrayó que esta ordenación es desde ahora “irrevocable”.
Una celebración festiva y alegre
Con un coro especial formado para la ocasión, numerosos sacerdotes del Sagrado Corazón y una gran comunidad de fieles —entre ellos muchas personas venidas desde Camerún, país natal de fray Kisito— la celebración litúrgica fue particularmente solemne y alegre.
Al final, el nuevo diácono dio gracias a Dios por “todas las personas que me han acompañado hasta aquí”. Se mostró conmovido por el hecho de que muchos hubieran recorrido largas distancias para estar presentes. Agradeció especialmente a la parroquia de San Pío por la cálida acogida y toda la ayuda recibida durante su práctica pastoral: «Desde el principio me sentí deseado, amado y sostenido».
Animó a los jóvenes, especialmente a los monaguillos con quienes se hizo amigo rápidamente:
«Tengo un trabajo realmente genial. ¡También ustedes sean valientes y confíen en el plan de Dios!»
Después de la misa, tuvo lugar una alegre fiesta en la plaza de la iglesia, donde los feligreses habían preparado un magnífico banquete. Para los religiosos, la familia y los amigos cercanos, la celebración continuó con una parrillada en el monasterio del Sagrado Corazón de Neustadt.