En el verano de 2021 realicé una experiencia pastoral en Noruega, desde el 12 de julio hasta el 20 de agosto, con el objetivo de ser “una presencia dehoniana en nombre de nuestra comunidad”, como me pidió el Superior General, el P. Carlos Luis. El objetivo específico de la visita era conocer el aspecto social y eclesial de la Prelatura de Trondheim (Praelatura Territorialis Trudensis).
Llegada y bienvenida
Estos tiempos de pandemia hicieron que la posibilidad del viaje a Noruega fuera una verdadera incertidumbre. Sólo una semana antes de la fecha prevista pude recibir la confirmación de que las leyes noruegas eran favorables para un viaje desde Italia. El 12 de julio salí de Roma hacia Trondheim.
A mi llegada me recibió el obispo local, Erik Varden, que me llevó a la catedral, donde me alojé durante las cinco semanas. Del 12 al 18 de julio, estuve prácticamente todo el tiempo en Trondheim. He conocido la ciudad, la tercera más grande de Noruega en términos de población (algo más de 200.000 habitantes). Se fundó en el año 997 y su historia se mezcla con la del cristianismo en Noruega. Se considera una ciudad universitaria por los aproximadamente 30.000 jóvenes estudiantes que viven allí para asistir a la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.
En el centro se encuentra la catedral de Nidaros, construida en el lugar de enterramiento de San Olav, rey de Noruega, que murió en una batalla en un lugar llamado Stiklestad, no muy lejos de Trondheim. Este templo gótico, antes católico y ahora luterano, me lo presentó el párroco católico de Trondheim, el padre Egil Mogstad, que fue pastor luterano y trabajó allí. Un punto muy interesante: fue recibido por los luteranos de allí con gran cortesía. Una relación verdaderamente fraternal.
Peregrinación a Trondheim
El lunes 19 de julio, muy temprano, tomé el tren a Oslo. Sólo me quedé en Oslo hasta el 21 de julio, miércoles por la mañana, cuando iniciamos la peregrinación a Trondheim.
Éramos dos grupos con veinte participantes cada uno. Un sacerdote noruego (de Oslo) como líder de cada grupo y yo; dos seminaristas (de Oslo que estudian en Roma) en cada grupo y todos los demás eran jóvenes laicos. La mayoría eran de Oslo, pero también había jóvenes de Trondheim y también de la prelatura más septentrional de Noruega (Tromsø).
Caminamos más o menos 130 km, divididos en siete días. El otro grupo tomó una ruta por las montañas y nosotros, en cambio, atravesamos el valle del lago Mjøsa, el más grande de Noruega. Se puede percibir que, aunque el pueblo noruego es rico en recursos económicos, tiene una vida sencilla, con mucha conexión con la hermosa naturaleza del país.
Llegamos a Trondheim el 27 de julio (martes). El día 28 (miércoles), todos hicimos (en autobús) una visita a Stiklestad, el lugar de la muerte de San Olav. El día de la Solemnidad de San Olav (29) fue muy bonito. En una procesión, todos los católicos salieron de la catedral católica hacia la catedral de Nídaros. En la puerta nos recibió el obispo luterano. Muchos luteranos se unieron a nosotros. La hermosa misa fue celebrada por el Obispo Erik y muchas personas de las tres iglesias particulares del país (Diócesis de Oslo y las Prelaturas de Trondheim y Tromsø). Después de la misa, un agradable almuerzo para todos en la catedral católica y por la tarde la celebración ecuménica de las Vísperas en Nídaros.
Después de estas conmemoraciones visité muchos otros lugares del país con el obispo. Me impresionó mucho la acogida del obispo Varden y de las personas de las comunidades católica y luterana que visité. Son experiencias que hay que grabar en el corazón y compartir en fraternidad.
