13 noviembre 2020
13 nov. 2020

Emprendimiento

Emprendimiento
de  Gonzalo Arnáiz Álvarez, scj
email email whatsapp whatsapp facebook twitter Versión para imprimir

Jesús quiere focalizar el tema hacia el tiempo final cuando el Señor viene a ajustar cuentas. Y el horizonte de ese juicio será verificar los valores y la realidad del Reino de Dios que hemos anunciado y construido.

Es evidente que nuestra tarea de vida humana pasa por la construcción de este mundo. Jesús vendrá a verificar el cómo lo hemos hecho. No tanto lo que hemos hecho, que estará muy bien o menos bien, sino sobre todo qué valores nos han inspirado y hemos cultivado a la hora de construir esta civilización.

Por eso, pregunto: ¿Cuál es el talento o perla preciosa que Dios nos ha entregado a cada uno de nosotros, creyentes en Jesucristo? La perla preciosa que hemos recibido todos es el mismo Jesucristo; perla sellada por el don del Espíritu en nuestro bautismo y confirmación.

Nuestra tarea en la vida es ser “otros cristos”; ser como Jesús.

Y Jesús no fue un arriesgado. Ya a los 12 años empieza a hacer sus distanciamientos dejando claro quién es “su Padre”. Y durante su vida pública se decanta siempre en favor del Padre y de los predilectos del Padre que son los “marginados”. Y no porque sean “buenos” sino porque son “marginados” y rechazados por aquellos que se creen buenos y dicen defender la ley de Dios.

Jesús se deja acompañar por publicanos, pecadores públicos, prostitutas y gente de mala fama. Los que él elige como apóstoles no son la flor y nata de aquella sociedad. Son hombres y mujeres normales que tiene el corazón abierto para recibir la novedad del Reino de Dios. Un reino donde “el Señor” se hace siervo y es el servidor de todos. Donde se proclaman bienaventurados los pobres, los mansos, los limpios de corazón y los constructores de la paz. Donde nadie es mayor que nadie y donde los dones de cada uno se ponen en favor de todos los demás. Nadie queda marginado. Los leprosos tienen su dignidad y pueden ser tocados y acariciados. Los enfermos deben ser atendidos y curados al estilo del buen samaritano. Los endemoniados son liberados de sus ataduras y hasta los muertos resucitan.  Jesús vive estos valores a tope y en eso le va la vida y le cuesta la vida. Su mensaje “cambia”, “da la vuelta” a aquel mundo que había sido construido por el tesón y avances de muchos, pero que se había construido sobre todo sobre el sufrimiento y el abuso de unos sobre otros.

Esos son los talentos sobre los que se nos pedirá cuentas.

En esta parábola san Mateo nos invita a la tarea de la evangelización y del testimonio en nuestra vida de creyentes. El que tiene amor y vida será capaz de dar amor y vida con creces y ese “dar” redunda en crecimiento personal. El que entrega la vida la gana. Quien no tiene amor y es un rácano, holgazán o negligente, perderá aquello que aparentemente tiene. Si la vida no se entrega en el amor, la vida se pierde irremediablemente. El que así obra se autoexcluye de la comunión y se verá rodeado de tinieblas y de sombras de muerte.

Suscríbete
a nuestra newsletter

SUSCRIBIR

Síguenos
en nuestros canales oficiales

 - 

Suscríbete
a nuestra newsletter

Enviar el email a
Declaro que he leído y entendido la Política de Privacidad.