29 noviembre 2021
29 nov. 2021

La humanidad de los sin techo plasmada en cuadros

“Hago lo que puedo porque no podría llamarme seguidor de Cristo y apartar la cara de tanta gente que sufre”.


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“Tuve un encuentro con una anciana sin hogar hace varios años que cambió mi vida”, dice el P. Guy Blair, SCJ.  “Como resultado, ya no podía ‘pasar’ de los sin techo cuando entraba en las tiendas o caminaba por las calles. Ya no podía hablar de Jesucristo si no me entregaba, si no hacía algo por ellos”.

Ese “algo” fue el inicio de un ministerio informal para los sin techo que comenzó hace dos años en la ciudad de San Antonio (Texas). “Al principio eran unas pocas personas a las que a diario daba comida y les proporcionaba artículos de primera necesidad”, dice el P. Guy. “Ahora lo he limitado a 20 comidas diarias y he aceptado la ayuda de personas de varios grupos de reflexión bíblica que dirijo; ellos aportan dinero para comprar alimentos, tiendas de campaña, mantas y ropa. Algunas personas han sido muy fieles a la hora de preparar comida y traérmela para los sin techo; unas cuantas me han acompañado para ayudar y conocer a estas personas de las que tanto hablo”.

“Comprendo lo difícil que es entrar en la vida de las personas sin hogar. Es una experiencia que requiere gran humildad y valor.  También es una situación embarazosa porque uno se da cuenta de tantas quejas que simplemente tenemos ante la gente que busca comida en los cubos de basura. Hay tanto de que hablar…, hay tanto sufrimiento…”.

Quería conocer a los indigentes con los que se encontraba, tratarlos como personas, y empezó a ofrecerles 10 dólares para que se sentaran con él y hablar con ellos. “Les pregunto cómo han acabado en la situación en la que se encuentran, y qué es lo que les mantiene con vida”, explica el P. Guy. “Hay algunas historias audaces, pero la mayoría son angustiosas y desgarradoras.  Al menos un hombre que conozco se suicidó; su recuerdo me persigue”.

Durante la conversación, el P. Guy pregunta a la persona si puede pintarles. “Les digo que quiero hacerles un retrato, pero no uno en el que puedan reconocerse fácilmente”, explica. “En general, intento hacer una representación más psicológica, centrándome en algo que revele su personalidad. Hasta ahora me sorprende que haya podido captar el semblante de estas personas”.

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Inicialmente, su plan era utilizar los cuadros para “despertar el interés del público por la miseria de sus vidas”, dice el P. Guy. Pero ahora que ha completado ocho de ellos, no está seguro de cómo quiere compartir sus pinturas. “Son muy personales”.

Sin embargo, ha compartido dos de sus cuadros aquí.

“Había hablado con dos hombres, pidiéndoles permiso para hacer fotos; y después de explicarles por qué quería hacerlo, se mostraron dispuestos”, dice el P. Guy. “El hombre de la camisa naranja habló conmigo mientras estaba tumbado en la tierra y me dijo ‘esta noche me voy de aquí’.  El otro hombre vive bajo el árbol; conseguí captarlo intentando levantarse. Debo admitir que se me rompe el corazón por estas personas, especialmente después de escuchar sus historias”.

El P. Guy se describe como un artista autodidacta; lleva unos seis años pintando. Las imágenes de las personas sin hogar están hechas con pinturas al pastel.

“Esto se refiere a las personas sin hogar, no a mí y ni siquiera a mi ministerio”, dice el P. Guy.  “Es escandaloso que en el país más grande del mundo no tengamos un plan a nivel nacional para ayudar a nuestros propios ciudadanos. También es una vergüenza lo poco que hace nuestra Iglesia. Uno supone que estamos organizando más actividades de ayuda a las personas que sufren a nuestro alrededor, pero parece que no nos conmueve su escandalosa pobreza y necesidad”.

“Hago lo que puedo porque no podría llamarme seguidor de Cristo y apartar la cara de tanta gente que sufre”.

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